Esta obra es una compilación de ensayos sobre la literatura infantil y juvenil, la traducción y el valor de la lectura.Se inicia en torno a dos clásicos juveniles, El diario de Ana Frank y Las aventuras de Huckleberry Finn. Chambers distingue entre escritor y autor: el primero atiende las preferencias de sus lectores, y el segundo, movido por escribir, se concentra exclusivamente en el texto. A continuación hace un homenaje a los libros de bolsillo Penguin, gracias a los cuales conoció autores y títulos a los que no habría accedido de otra forma. También pormenoriza los encuentros decisivos que contribuyeron a su formación lectora.Por otro lado señala los prejuicios que impiden publicar o leer algunos libros extranjeros bajo el argumento de no haber sido culturalmente traducidos, sin dejar de subrayar el reto del traductor para conservar cuerpo y el alma del original. Por último, Chambers define el libro, especula sobre su futuro y defiende la importancia del vínculo entre esta morada del lenguaje escrito y el lector que la habita.Se inicia en torno a dos clásicos juveniles, El diario de Ana Frank y Las aventuras de Huckleberry Finn. Chambers distingue entre escritor y autor: el primero atiende las preferencias de sus lectores, y el segundo, movido por escribir, se concentra exclusivamente en el texto. A continuación hace un homenaje a los libros de bolsillo Penguin, gracias a los cuales conoció autores y títulos a los que no habría accedido de otra forma. También pormenoriza los encuentros decisivos que contribuyeron a su formación lectora.Por otro lado señala los prejuicios que impiden publicar o leer algunos libros extranjeros bajo el argumento de no haber sido culturalmente traducidos, sin dejar de subrayar el reto del traductor para conservar cuerpo y el alma del original. Por último, Chambers define el libro, especula sobre su futuro y defiende la importancia del vínculo entre esta morada del lenguaje escrito y el lector que la habita.Por otro lado señala los prejuicios que impiden publicar o leer algunos libros extranjeros bajo el argumento de no haber sido culturalmente traducidos, sin dejar de subrayar el reto del traductor para conservar cuerpo y el alma del original. Por último, Chambers define el libro, especula sobre su futuro y defiende la importancia del vínculo entre esta morada del lenguaje escrito y el lector que la habita.