<p>Damos por hecho que los seres humanos somos egoístas y tendemos al mal. Por eso, resignados, afirmamos que el mal es inevitable. Todo lo que leemos sobre él no hace sino reforzar nuestro punto de partida. Y nos damos por vencidos: no tenemos remedio, el mal de hoy se repetirá mañana. Llegamos incluso a insensibilizarnos ante el horror. Pero ¿y si el mal pudiera pensarse de otro modo? Al recurrir al egoí...