<div><h4>Justo Navarro</h4><p>Justo Navarro (Granada, 1953), premio de la Crítica por su libro de poemas Un aviador prevé su muerte, ha publicado en Anagrama las novelas Accidentes íntimos (Premio Herralde de Novela): «Un paso adelante en una trayectoria cada vez más densa y cuajada» (Santos Sanz Villanueva, Diario 16); La casa del padre (Premio Andalucía de la Crítica): «Se integra en el privilegiado número de novelas que permiten definir lo mejor de una época literaria» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia); «Una novela de clima inolvidable y una de las más rotundas e inquietantes de la nueva narrativa española» (Felipe Benítez Reyes); El alma del controlador aéreo: «Turbadora gran novela» (Enrique Vila-Matas); «De imprescindible lectura» (Ana Rodríguez Fischer, ABC); F. (Premio Ciudad de Barcelona): «Excelente» (Ricardo Senabre, El Mundo); Finalmusik: «Para paladares delicados» (Ricardo Senabre, El Mundo); «Con sentido del humor y su aguda visión crítica subraya algunas de las grandes paradojas de nuestro tiempo» (María Luisa Blanco, El País); El espía: «Fascinante» (José Luis Amores, Revista de Letras); Gran Granada (Premio Andalucía de la Crítica): «Soberbia» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País); «Una novela negra que... no renuncia a ser una novela del propio Navarro, con su estilo riguroso, inteligente, tajante» (Nadal Suau, El Mundo) y Petit París: «Una sutilísima realización narrativa» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País); «Más que trascender un género, amplía todas sus posibilidades» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia); así como el ensayo El videojugador: «Hacen falta libros como este, capaces de romper la inercia del pensamiento y de actualizar el placer de la curiosidad libre de prejuicios» (Sergio del Molino, Revista Mercurio).</p></div><div><h4>Justo Navarro</h4><p>Justo Navarro (Granada, 1953), premio de la Crítica por su libro de poemas Un aviador prevé su muerte, ha publicado en Anagrama las novelas Accidentes íntimos (Premio Herralde de Novela): «Un paso adelante en una trayectoria cada vez más densa y cuajada» (Santos Sanz Villanueva, Diario 16); La casa del padre (Premio Andalucía de la Crítica): «Se integra en el privilegiado número de novelas que permiten definir lo mejor de una época literaria» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia); «Una novela de clima inolvidable y una de las más rotundas e inquietantes de la nueva narrativa española» (Felipe Benítez Reyes); El alma del controlador aéreo: «Turbadora gran novela» (Enrique Vila-Matas); «De imprescindible lectura» (Ana Rodríguez Fischer, ABC); F. (Premio Ciudad de Barcelona): «Excelente» (Ricardo Senabre, El Mundo); Finalmusik: «Para paladares delicados» (Ricardo Senabre, El Mundo); «Con sentido del humor y su aguda visión crítica subraya algunas de las grandes paradojas de nuestro tiempo» (María Luisa Blanco, El País); El espía: «Fascinante» (José Luis Amores, Revista de Letras); Gran Granada (Premio Andalucía de la Crítica): «Soberbia» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País); «Una novela negra que... no renuncia a ser una novela del propio Navarro, con su estilo riguroso, inteligente, tajante» (Nadal Suau, El Mundo) y Petit París: «Una sutilísima realización narrativa» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País); «Más que trascender un género, amplía todas sus posibilidades» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia); así como el ensayo El videojugador: «Hacen falta libros como este, capaces de romper la inercia del pensamiento y de actualizar el placer de la curiosidad libre de prejuicios» (Sergio del Molino, Revista Mercurio).</p></div><div><h4>F. Scott Fitzgerald</h4><p>Francis Scott Fitzgerald (1896, St. Paul, Minnesota-1940, Hollywood, California) creó uno de los mitos de la literatura del siglo XX, el gran Gatsby, y contribuyó de un modo fundamental a la invención de su época. Su primera novela, A este lado del paraíso (1920), narró la educación sentimental de su generación, y sus cuentos inventaron la Edad del Jazz y configuraron las emociones y la imaginería de los años veinte. Hermosos y malditos (1922) adivinó el fin de la fiesta inagotable («la mayor orgía de la historia», según el propio Fitzgerald) y lo preparó para escribir El gran Gatsby (1925). Pasó por Hollywood, a la busca de dinero en el nuevo paraíso cinematográfico, y fracasó. La Depresión económica de 1929 la vivió como depresión y quiebra personal: Suave es la noche (1934), su cuarta novela, volvió a demostrar la extraordinaria capacidad de Fitzgerald para sentir y contar la compenetración indisoluble entre los grandes hechos históricos y la historia íntima de los individuos. En diciembre de 1933 su mujer, Zelda Sayre, había sido internada en una clínica psiquiá­trica. En 1937 Fitzgerald volvió a Hollywood como guionista. Su nombre sólo aparecería en los créditos de una película sonora: Tres camaradas, y por bebedor fue despedido de su último trabajo en Holly­wood, donde murió de un ataque al corazón. Su novela final, inacabada, El último magnate, hablaba de la desilusión de Hollywood. T. S. Eliot había juzgado así El gran Gatsby: «Me parece el primer paso que da la ficción americana desde Henry James.»</p></div>