Con una cerveza en la mano trataba de desterrar sus problemas, como si el alcohol con cada trago que daba pudiera ahogar sus penas y llevarlas al fondo del mismísimo infierno. Pero no, lo que muchos desconocemos es que las penas tienen la capacidad de flotar y hacerse más grandes en la medida que el alcohol circula por la sangre y llega a tu cerebro alterándote las neuronas, las cuales, en ese momento, te comienzan a contar historias un poco diferentes a la realidad, es en ese estado de ebriedad cuando uno se imagina tener las más grandes reflexiones.