La historia de las religiones nos muestra cómo el acto religioso ha estado continuamente absorbido por el poder, la autoridad, la institución que se ha autoproclamado guardiana, protectora, intérprete y árbitro de lo que es o ha de ser la religión y el acto religioso, llegando, con frecuencia, a ahogar al hombre en su búsqueda y relación con Dios.Jesús de Nazaret se rebela contra esta situación proclamando el reino de Dios, que es liberación de toda esclavitud, tanto de aquella que proviene del reino del mal como de la que proviene de la ley o de las instituciones.Paradójicamente, la Iglesia Católica, institución que trae su nombre de Jesús y se considera continuadora de su obra, sobrepasa a todas las otras iglesias o instituciones religiosas en la pretensión de tener la exclusiva de Dios y de dominar al hombre en su búsqueda de Dios.Jesús de Nazaret se rebela contra esta situación proclamando el reino de Dios, que es liberación de toda esclavitud, tanto de aquella que proviene del reino del mal como de la que proviene de la ley o de las instituciones.Paradójicamente, la Iglesia Católica, institución que trae su nombre de Jesús y se considera continuadora de su obra, sobrepasa a todas las otras iglesias o instituciones religiosas en la pretensión de tener la exclusiva de Dios y de dominar al hombre en su búsqueda de Dios.Paradójicamente, la Iglesia Católica, institución que trae su nombre de Jesús y se considera continuadora de su obra, sobrepasa a todas las otras iglesias o instituciones religiosas en la pretensión de tener la exclusiva de Dios y de dominar al hombre en su búsqueda de Dios.