Mientras la novela del siglo XIX poseía una dimensión claramente profética, visible en la obra de un Balzac, un Dickens o un Zola, la del XX se caracteriza por su tono elegiaco. ¿Qué hacer si la memoria ya no es el sostén de la identidad, de la unión del hombre con sus antepasados, su clase y su patria? La irrupción de la historia entierra el pasado, las certezas y convenciones en que reposaba, e impone el sonambulismo como forma de perdición hum...