La tenue delgadez de esta poesía se cifra en la palabra que piensa, en la pausa labrada poco a poco de manera artesanal, de una manera que nada tiene que ver con la premura del verbo ni menos, con la eficacia aparente del poema hecho de brillos o de adornos. Y no está lejos el misterio de estos versos, el lenguaje no dicho que, a su vez, define no pocas veces la verdadera fuerza del lenguaje, más allá del tintineo que juega y entretiene. Como cua...