La ciudad con sus moles de cemento y calles de asfalto avanza arrolladoramente, pero la naturaleza resiste, sobrevive a pesar de la falta de amor por ella de muchos citadinos. La autora, con un bello lenguaje, cuenta en estos relatos lo hermoso que es el disfrutar de la naturaleza, y en particular la observación de los pájaros en la ciudad de Bogotá. En textos cortos escritos, con especial gracia, habla del tucán, o la mirla, de los gavilanes migratorios o del búho, del águila o del chirlobirlo, y de varios más presentes en la urbe, que pasean a la vista de sus habitantes sin que éstos se detengan a gozarlos. En las ciudades conviven con nosotros centenares de variadas especies, miles y miles de aves, dispuestas a hacernos la vida más dulce y agradable, cuando aprendamos a quererlas en la forma como lo logra la autora. En textos cortos escritos, con especial gracia, habla del tucán, o la mirla, de los gavilanes migratorios o del búho, del águila o del chirlobirlo, y de varios más presentes en la urbe, que pasean a la vista de sus habitantes sin que éstos se detengan a gozarlos. En las ciudades conviven con nosotros centenares de variadas especies, miles y miles de aves, dispuestas a hacernos la vida más dulce y agradable, cuando aprendamos a quererlas en la forma como lo logra la autora. En las ciudades conviven con nosotros centenares de variadas especies, miles y miles de aves, dispuestas a hacernos la vida más dulce y agradable, cuando aprendamos a quererlas en la forma como lo logra la autora.