La correspondencia personal normalmente mantiene un sigilo que permea las miradas ajenas y las curiosidades mal intencionadas; es redactada con afecto a un ser que necesitamos sentir cerca, así sea por medio de las distantes letras. Incluso, escribimos para compensar nuestros silencios, los voluntarios y los obligados, de tal manera que el papel aguanta lo que el cuerpo, la memoria y la historia ya no desean asumir. Por ello, en estas cartas, el ...