Ni el mismo Jorge Luis Borges podía haber maquinado un laberinto tan intrincado para la publicación de una novela, como el que el azar diseñó para el Manuscrito encontrado en Zaragoza, hasta el punto de haberse convertido la búsqueda y reconstrucción de la narración completa en el destino de una vida. Un anticuario francés de libros, Serge Plantureux, encontró, en su búsqueda de lo absoluto, un libro como meta de su destino, el más sorprendente, ...