¿Qué tienen en común un padre abrumado por la enfermedad de su hijo, una mujer maltratada, un joven bisexual al que la madre no quiere ni ver, una depresiva crónica y un taiwanés que cae muerto tras casi un día entero ante el ordenador? Efectivamente, los videojuegos. A los que también juega la gente feliz. Los videojuegos pueden aislarte de la realidad e incluso pueden matarte (y la crónica de las muchas muertes literalmente debidas a los video...