El inquietante aumento del número de prisiones a veces, curiosamente, en proporción inversa al descenso de los índices de criminalidad, la imagen estereotipada que se tiene de sus funcionarios cuya voz siempre ha sido relegada en favor de la del presidiario y el secretismo oficial en torno al gobierno interno de los centros penitenciarios impulsaron a Ted Conover, junto con «el hecho de que nada puede sustituir a la experiencia personal», a vivir...