¿Es posible leer el destino en las páginas de una novela a punto de ser incinerada?Antonio Moscoso pasa sus días en una oficina cultural de Bogotá como burócrata. Su oficio es quemar los manuscritos de los concursos literarios que desechan jurados que leen a medias. Ha llegado allí tras una estancia en la cárcel por un motivo que solo conocerá el lector si se atreve a entrar en una novela perfecta, que ocupa un sitial algo olvidado de la literatu...