La obra de Bataille, deliberadamente heterogénea, apasionada y explosiva, sacudió la filosofía del siglo XX. Su pensamiento operaba desde la constante transgresión de los límites que el saber y el lenguaje imponían, volviendo siempre sobre la experiencia visceral de la (Ji acción sin propósito, de la exaltación que no aspira a la revelación y mucho menos a la verdad. Su prosa surge de aquellos turbulentos abismos de la filosofía donde habitan Nietzsche y Hegel. En ella el caos no es una mera falta de orden, sino el reconocimiento de la experiencia libre -y siempre inacabada- de todo aquello que excede los límites de lo pensable.