A medida que envejece, a Alvar le resulta cada vez más evidente la inutilidad de sus días, de sus amores, de sus empeños intelectuales. Exigente y riguroso, se enfrenta a la idea de que la sabiduría del universo escapa del todo a la mente humana y, por tanto, que la empresa de ordenarlo, clasificarlo, penetrarlo, resulta vanidosa, y patético el esfuerzo de traducir en palabras el saber. Por eso, pese a ser un hombre con el don de la belleza y la ...