Pensar en un mundo que acepte que la guerra a las drogas es un fracaso es una incitación para recrearse en una utopía posible. Cunde en Colombia la agnotología sobre las bondades de una guerra que nos ha azotado por seis décadas, que busca infructuosamente apartar del consumo ilícito al 0,2% de la humanidad a costa del riesgo de daño a la salud del 29,7% del campesinado colombiano por la aspersión aérea con las mezclas de glifosato y surfactantes...