Desde que James Lord, un joven estadounidense, homosexual, fascinado por la pintura de Picasso y el mundo del arte, llegara a París en 1944 como soldado del ejército aliado, su mayor deseo y lentamente obsesión fue ser escritor y tener la oportunidad de conocer a los grandes artistas del momento, en el convencimiento de que eso beneficiaría su propia creación. El París de la posguerra le propicia encuentros con Matisse, Chagall, Ba1thus y Giacome...