Un escritorio en la administración del gobierno es para muchos una segunda casa en la que el café despide sus mejores aromas. Para ellos, nada hay mejor que habitar de por vida las lánguidas oficinas de la medianía del poder público. Pero no todos nadan a favor de la corriente en ese ambiente que recuerda al Bartleby de Melville y las encrucijadas kafkianas. Las buenas intenciones de Mauricio Castañeda Roldán, Mauro, son devoradas por la implacab...