Platón es el primer autor que utilizó el término con el sentido que todavía hoy continúan otorgándole. Al darle uso no metafórico, Platón está describiendo un discurso de cierto tipo, construido por los poetas de su sociedad, que élpretende sustituir por otro, lógos, un discurso propio de los filósofos. Aunque se muestra muy crítico con respecto a los mitos, Platón debe reconocer que tampoco los filósofos pueden prescindir de ellos, y él mismo no dejará de inspirarse en los poetas para desarrollar ciertos puntos de su doctrina, llegando incluso a fabricar algunos de sus mitos, reconociendo con ellos su eficacia y la gran influencia que ejercen en el campo de la ética y de la política.La oposición que Platón establece entre y la especialización del sentido de mýthos, cuya transliteración iba a dar en español, no se debe al azar. Para el autor, se trata de una consecuencia de la definitiva sustitución, que iba a tener lugar entonces en Grecia, de la oralidad por la escritura como modo de transmisión de los mensajes. No es por tanto casual que sea Platón el primero en hablar de «mito», al que considera un discurso del otro, cuya autoridad fundada en la tradición es discutida, y un discurso para el otro, sobre el que se pretende ejercer autoridad por medio de la persuasión y no de la argumentación.En su origen, este trabajo debía abordar una investigación lexicográfica sobre mýthos, sus derivados y los compuestos del que constituyen el primer término. Progresivamente adquiere un tono más etnológico y filosófico. La primera parte del libro describe el testimonio de Platón sobre la comunicación de lo memorable en la colectividad dada. La segunda analiza la crítica de Platón a ese tipo de discurso que designa el vocablo, tomando para ellos en consideración otro tipo de discurso, propio del filósofo, que designa el vocablo , entendido concretamente como «discurso argumentativo verificable» y como «discurso argumentativo». Al final de la obra, cuatro anexos ponen a disposición del lector todos los datos sobre el que tratan los trece capítulos precedentes.mýthos con el sentido que todavía hoy continúan otorgándole. Al darle uso no metafórico, Platón está describiendo un discurso de cierto tipo, construido por los poetas de su sociedad, que élpretende sustituir por otro, lógos, un discurso propio de los filósofos. Aunque se muestra muy crítico con respecto a los mitos, Platón debe reconocer que tampoco los filósofos pueden prescindir de ellos, y él mismo no dejará de inspirarse en los poetas para desarrollar ciertos puntos de su doctrina, llegando incluso a fabricar algunos de sus mitos, reconociendo con ellos su eficacia y la gran influencia que ejercen en el campo de la ética y de la política.La oposición que Platón establece entre y la especialización del sentido de mýthos, cuya transliteración iba a dar en español, no se debe al azar. Para el autor, se trata de una consecuencia de la definitiva sustitución, que iba a tener lugar entonces en Grecia, de la oralidad por la escritura como modo de transmisión de los mensajes. No es por tanto casual que sea Platón el primero en hablar de «mito», al que considera un discurso del otro, cuya autoridad fundada en la tradición es discutida, y un discurso para el otro, sobre el que se pretende ejercer autoridad por medio de la persuasión y no de la argumentación.En su origen, este trabajo debía abordar una investigación lexicográfica sobre mýthos, sus derivados y los compuestos del que constituyen el primer término. Progresivamente adquiere un tono más etnológico y filosófico. La primera parte del libro describe el testimonio de Platón sobre la comunicación de lo memorable en la colectividad dada. La segunda analiza la crítica de Platón a ese tipo de discurso que designa el vocablo, tomando para ellos en consideración otro tipo de discurso, propio del filósofo, que designa el vocablo , entendido concretamente como «discurso argumentativo verificable» y como «discurso argumentativo». Al final de la obra, cuatro anexos ponen a disposición del lector todos los datos sobre el que tratan los trece capítulos precedentes.La oposición que Platón establece entre y la especialización del sentido de mýthos, cuya transliteración iba a dar en español, no se debe al azar. Para el autor, se trata de una consecuencia de la definitiva sustitución, que iba a tener lugar entonces en Grecia, de la oralidad por la escritura como modo de transmisión de los mensajes. No es por tanto casual que sea Platón el primero en hablar de «mito», al que considera un discurso del otro, cuya autoridad fundada en la tradición es discutida, y un discurso para el otro, sobre el que se pretende ejercer autoridad por medio de la persuasión y no de la argumentación.En su origen, este trabajo debía abordar una investigación lexicográfica sobre mýthos, sus derivados y los compuestos del que constituyen el primer término. Progresivamente adquiere un tono más etnológico y filosófico. La primera parte del libro describe el testimonio de Platón sobre la comunicación de lo memorable en la colectividad dada. La segunda analiza la crítica de Platón a ese tipo de discurso que designa el vocablo, tomando para ellos en consideración otro tipo de discurso, propio del filósofo, que designa el vocablo , entendido concretamente como «discurso argumentativo verificable» y como «discurso argumentativo». Al final de la obra, cuatro anexos ponen a disposición del lector todos los datos sobre el que tratan los trece capítulos precedentes.mýthos y lógos y la especialización del sentido de mýthos, cuya transliteración iba a dar en español, no se debe al azar. Para el autor, se trata de una consecuencia de la definitiva sustitución, que iba a tener lugar entonces en Grecia, de la oralidad por la escritura como modo de transmisión de los mensajes. No es por tanto casual que sea Platón el primero en hablar de «mito», al que considera un discurso del otro, cuya autoridad fundada en la tradición es discutida, y un discurso para el otro, sobre el que se pretende ejercer autoridad por medio de la persuasión y no de la argumentación.En su origen, este trabajo debía abordar una investigación lexicográfica sobre mýthos, sus derivados y los compuestos del que constituyen el primer término. Progresivamente adquiere un tono más etnológico y filosófico. La primera parte del libro describe el testimonio de Platón sobre la comunicación de lo memorable en la colectividad dada. La segunda analiza la crítica de Platón a ese tipo de discurso que designa el vocablo, tomando para ellos en consideración otro tipo de discurso, propio del filósofo, que designa el vocablo , entendido concretamente como «discurso argumentativo verificable» y como «discurso argumentativo». Al final de la obra, cuatro anexos ponen a disposición del lector todos los datos sobre el que tratan los trece capítulos precedentes.mito en español, no se debe al azar. Para el autor, se trata de una consecuencia de la definitiva sustitución, que iba a tener lugar entonces en Grecia, de la oralidad por la escritura como modo de transmisión de los mensajes. No es por tanto casual que sea Platón el primero en hablar de «mito», al que considera un discurso del otro, cuya autoridad fundada en la tradición es discutida, y un discurso para el otro, sobre el que se pretende ejercer autoridad por medio de la persuasión y no de la argumentación.En su origen, este trabajo debía abordar una investigación lexicográfica sobre mýthos, sus derivados y los compuestos del que constituyen el primer término. Progresivamente adquiere un tono más etnológico y filosófico. La primera parte del libro describe el testimonio de Platón sobre la comunicación de lo memorable en la colectividad dada. La segunda analiza la crítica de Platón a ese tipo de discurso que designa el vocablo, tomando para ellos en consideración otro tipo de discurso, propio del filósofo, que designa el vocablo , entendido concretamente como «discurso argumentativo verificable» y como «discurso argumentativo». Al final de la obra, cuatro anexos ponen a disposición del lector todos los datos sobre el que tratan los trece capítulos precedentes.En su origen, este trabajo debía abordar una investigación lexicográfica sobre mýthos, sus derivados y los compuestos del que constituyen el primer término. Progresivamente adquiere un tono más etnológico y filosófico. La primera parte del libro describe el testimonio de Platón sobre la comunicación de lo memorable en la colectividad dada. La segunda analiza la crítica de Platón a ese tipo de discurso que designa el vocablo, tomando para ellos en consideración otro tipo de discurso, propio del filósofo, que designa el vocablo , entendido concretamente como «discurso argumentativo verificable» y como «discurso argumentativo». Al final de la obra, cuatro anexos ponen a disposición del lector todos los datos sobre el que tratan los trece capítulos precedentes. mýthos, tomando para ellos en consideración otro tipo de discurso, propio del filósofo, que designa el vocablo , entendido concretamente como «discurso argumentativo verificable» y como «discurso argumentativo». Al final de la obra, cuatro anexos ponen a disposición del lector todos los datos sobre el que tratan los trece capítulos precedentes.lógos, entendido concretamente como «discurso argumentativo verificable» y como «discurso argumentativo». Al final de la obra, cuatro anexos ponen a disposición del lector todos los datos sobre el que tratan los trece capítulos precedentes.