Y partiendo de los atributos de Dios, su sabiduría, bondad y poder infinitos, llegaba a la conclusión de que en el mundo no podía haber nada malo, que el vicio y la virtud no eran más que conceptos vacíos, no me parecía estar tan en lo cierto como antaño pensaba y empecé a dudar de si no se habría deslizado en mi argumentación algún error no percibido como tal, que habría infectado todo lo siguiente, como suele ocurrir en los razonamientos metafí...