?La política no se puede abandonar a los labradores de la violencia. Ella no puede ser el latifundio de los coléricos, sino más bien como la plataforma radical donde se asientan las arquitecturas sociales y culturales. La paz, que no es la presencia de los gendarmes, sino la tregua generosa de los espíritus, valoriza las tierras y los plantíos, arma la ciudad y la hace habitable, le da una coquetería natural a la lucha humana, abre créditos de bo...