En el parqueadero de un centro comercial de Bogotá, el estudiante Pablo Uribe toma por equivocación el carro de la familia Silva Romero, idéntico al suyo, y desde ese momento desata una trama que le revelará su vida. Después de dejar el vehículo en la casa de sus dueños, ni más ni menos que en el edificio La Gran Vía de la calle 100 con carrera 7a, Uribe ingresa al apartamento vacío -los Silva están de vacaciones- donde teje, en el computador que allí encuentra, el texto de la novela que luego el hijo menor de los Silva, Ricardo, glosará y completará con notas a pie de página, para revelarnos, con humor e ironía, su antigua y juvenil visión del mundo desde una soledad irredimible.