A finales del año 2011, el movimiento indígena mexicano se vio obligado a rechazar y desconocer las reformas constitucionales en materia de derechos y cultura indígenas recién aprobadas, por contravenir los Acuerdos de San Andrés (Larráinzar, Chiapas) de 1996. Este hecho le provocó una nueva oleada de desacreditaciones políticas y mediáticas. Sin duda, la descalificación más dura tenía que ver con supuestas intenciones secesionistas y de interese...