El reconocimiento del cuerpo se encuentra mediado por aspectos que desde lo conceptual, desde lo cultural y desde lo físico establecen una definición de aquello que se entiende por cuerpo, construyen los significados que le subyacen a la idea de cuerpo y definen el lugar del cuerpo en el espacio. En sí mismo, la conceptualización del cuerpo abarca aspectos de índole disciplinar, en las ciencias o en las artes, que configuran un conocimiento a partir de la fijación y ordenación de un conjunto de partes y elementos, y se encuentran encaminados a la solución de un problema. En el tiempo, dichas reflexiones han configurado conceptos diversos que derivaron en la comprensión del cuerpo en su contexto. Un ejemplo de esto se encuentra en la obra del filósofo francés Étienne Bonnot de Condillac quien, en 1754, escribió el Tratado de las sensaciones. En ese texto, Condillac plantea que el conocimiento de los individuos es obtenido de las sensaciones que aporta el mundo exterior y, por tanto, las personas no nacen con las ideas sino que estas se adquieren de la experiencia con el mundo. Para explicar su teoría, Condillac se vale de la metáfora de una estatua desprovista de sentidos y que, con la incorporación paulatina de cada uno de los sentidos (oído, vista, gusto, olfato y tacto), va conociendo el mundo y construye los conceptos que de él devienen. El cuerpo es entonces un dispositivo para la experiencia del universo.