Con una prosa rica y llena de humor, Harold Muñoz relata la ciudad en la que creció como una constelación de pólvora. Una ciudad inflamable en la que bailan cuerpos que al hablar cantan, sangran, torturan y aman. Entre las rejas de una unidad residencial se entrelazan las voces de niños que juegan a ser diablos y a ser hombres. Al protagonista de este libro se le va abriendo el mundo con las palabras dulces de un otorrino que le avisa que las ex...