Más allá de la figura del aristócrata «satanique» y decadente, esbozada primero por John William Polidori e institucionalizada después por Bram Stoker, a lo largo de los siglos XIX y XX, el vampiro ha sido objeto de múltiples revisiones y reinterpretaciones mitológicas, de miradas perversas y desmitificadoras, de tratamientos innovadores o neoclásicos. Los trece relatos que componen la presente antología de cuentos de vampiros, Sanguinarius titulada así en claro homenaje a Ray Russell y Erzsébet Báthory, fueron escritos entre 1820 y 1967 , englobando así casi ciento cincuenta años de horrores literarios; en suma, la edad dorada del vampiro como icono de la cultura popular.A pesar de que la mayoría de ellos pertenecen a la órbita anglosajona, los estilos y argumentos de cada uno demuestran que la narrativa vampírica trasciende el tópico del noble de sienes plateadas y amplia capa negra quizá fosilizado por culpa del (mal) cine de terror, abriendo a una amplísima gama de posibilidades dramáticas que van de un primerizo y perverso Conde sediento de sangre a las horrendas criaturas que se alimentan de la energía vital, pasando por entes extraterrestres o no-muertos con indudable conciencia humana. «Sanguinarius» es, en suma, una invitación a abrir los sentidos a las tinieblas, a renovar la irrefrenable pasión por la sangre.Los trece relatos que componen la presente antología de cuentos de vampiros, Sanguinarius titulada así en claro homenaje a Ray Russell y Erzsébet Báthory, fueron escritos entre 1820 y 1967 , englobando así casi ciento cincuenta años de horrores literarios; en suma, la edad dorada del vampiro como icono de la cultura popular.A pesar de que la mayoría de ellos pertenecen a la órbita anglosajona, los estilos y argumentos de cada uno demuestran que la narrativa vampírica trasciende el tópico del noble de sienes plateadas y amplia capa negra quizá fosilizado por culpa del (mal) cine de terror, abriendo a una amplísima gama de posibilidades dramáticas que van de un primerizo y perverso Conde sediento de sangre a las horrendas criaturas que se alimentan de la energía vital, pasando por entes extraterrestres o no-muertos con indudable conciencia humana. «Sanguinarius» es, en suma, una invitación a abrir los sentidos a las tinieblas, a renovar la irrefrenable pasión por la sangre. La novia de las islas y 1967 , englobando así casi ciento cincuenta años de horrores literarios; en suma, la edad dorada del vampiro como icono de la cultura popular.A pesar de que la mayoría de ellos pertenecen a la órbita anglosajona, los estilos y argumentos de cada uno demuestran que la narrativa vampírica trasciende el tópico del noble de sienes plateadas y amplia capa negra quizá fosilizado por culpa del (mal) cine de terror, abriendo a una amplísima gama de posibilidades dramáticas que van de un primerizo y perverso Conde sediento de sangre a las horrendas criaturas que se alimentan de la energía vital, pasando por entes extraterrestres o no-muertos con indudable conciencia humana. «Sanguinarius» es, en suma, una invitación a abrir los sentidos a las tinieblas, a renovar la irrefrenable pasión por la sangre.El muerto viviente, englobando así casi ciento cincuenta años de horrores literarios; en suma, la edad dorada del vampiro como icono de la cultura popular.A pesar de que la mayoría de ellos pertenecen a la órbita anglosajona, los estilos y argumentos de cada uno demuestran que la narrativa vampírica trasciende el tópico del noble de sienes plateadas y amplia capa negra quizá fosilizado por culpa del (mal) cine de terror, abriendo a una amplísima gama de posibilidades dramáticas que van de un primerizo y perverso Conde sediento de sangre a las horrendas criaturas que se alimentan de la energía vital, pasando por entes extraterrestres o no-muertos con indudable conciencia humana. «Sanguinarius» es, en suma, una invitación a abrir los sentidos a las tinieblas, a renovar la irrefrenable pasión por la sangre.A pesar de que la mayoría de ellos pertenecen a la órbita anglosajona, los estilos y argumentos de cada uno demuestran que la narrativa vampírica trasciende el tópico del noble de sienes plateadas y amplia capa negra quizá fosilizado por culpa del (mal) cine de terror, abriendo a una amplísima gama de posibilidades dramáticas que van de un primerizo y perverso Conde sediento de sangre a las horrendas criaturas que se alimentan de la energía vital, pasando por entes extraterrestres o no-muertos con indudable conciencia humana. «Sanguinarius» es, en suma, una invitación a abrir los sentidos a las tinieblas, a renovar la irrefrenable pasión por la sangre.