La autora escribe con la urgencia y el goce doliente de quien, conociendo la distancia insalvable que separa del objeto añorado país que se ha dejado atrás, infancia, cuerpo desaparecido, cuerpo erótico, sin embargo insiste en evocarlo a través de fragmentos, de pedazos rotos, de reliquias. O mejor sería decir que lo convoca ritualmente: las voces, la constante apelación a interlocutores fantasmales, los murmullos, la "palabra fracturada, desacom...