El ser humano como participante activo de su propia configuración es un punto de convergencia de las tensiones culturales, políticas y sociales que lo territorializan o desterritorializan, situándolo ante la opción por su propia identidad. Un juego de roles, de devenires, de apuestas por empoderarse como sujeto, de sumisiones y arrogancias, de logros y fracturas, todo ello se constituye en un caldo de cultivo que evidencia los ires y venires del ...