El territorio sudamericano es una anatomi´a lastimada por las consecutivas pulsiones de violencia que le han querido dar forma. La colonizacio´n es una fuerza que desde el principio supo plantearse como dina´mica de explotacio´n y brutal pedagogi´a de la subyugacio´n. Las estrategias del poder se fundamentan en la aniquilacio´n o asimilacio´n de las fuerzas disidentes: el periodo denominado como Guerra fri´a es solo otra modalidad de la colonia. Es en este espacio en el que los personajes de Territorio suceden. El narrador es un hombre que ha atravesado el bosque de agujas que fueron y siguen siendo los cuarteles de tortura de las dictaduras del continente, en los que se busco´ no solo obtener informacio´n sino borrar e instaurar la nueva identidad de las naciones desde mediados del siglo XX. Para hacer frente a la aniquilacio´n del yo, el personaje principal se filtra a un mundo alterno que le permitira´ refugiarse y posponer la vida para retomarla en algu´n punto futuro. Si llega a sobrevivir.La ficcio´n, sin embargo, extendera´ sus tenta´culos a otros tiempos y dimensiones de la realidad poniendo en entredicho la historia i´ntima y pu´blica, convirtie´ndolo todo en relato, suen~o, mentira, testimonio, palabra dicha y asaltada. A la persecucio´n, se opone la cultura como u´ltimo bastio´n; el cata´logo de la poesi´a, la mu´sica, la fotografi´a, la pintura, el cine y la telenovela del continente sera´ una voz de mujer que mantiene firme al narrador ante la desintegracio´n. Ignora el narrador que hace parte de un juego mucho ma´s complejo y macabro en el que los servicios de inteligencia de las dictaduras y de las disidencias se encuentran como dos hojas afiladas que van sacando tajadas a los incautos que quedan atrapados en el centro de la misma historia.