Los atentados artesanales y los bombardeos sofisticadamente electrónicos han sido mucho más eficaces y persuasivos que las consejas intelectuales para acabar de despertar de su sueño dogmático a la gente de la filosofía y del arte. Era el sueño (para algunos, un mal sueño) de la postmodernidad: esa extraña época que pretendía haber puesto punto final a todas las épocas, entre la arrogancia y las pietas, a base de acoger en su vasto seno estilos h...