Este libro es una reflexión lírica, sobre la fugacidad de la vida, sobre la condición perecedera de todo aquello de lo que se quiciera anclar el corazón. Los días, las horas que se nos escapan, pero llevándonos consigo; somos nosotros los que, en últimas, escapamos para siempre de nosotros mismos. En el canto que le da su nombre al libro se advierte el mismo soplo de melancolía, el mismo asombro resignado y la premonición mitad pavura y mitad esperanza de lo eterno. Y la voz del poeta ha dejado de ser suya para tornarse en la voz del lector, en la voz del ser que se demanda por el sentido de la existencia, por el valor de lo eterno, que se torna en apenas la nostalgia de aquello que pareciera tener sentido y se pensaba o se sentía perdurable. Incluyen los poemas de este libro un soneto de corte irreprochable que en nada desmerece de los que en este país de excelentes sonetistas han sido escogidos en las mejores antologías.Y la voz del poeta ha dejado de ser suya para tornarse en la voz del lector, en la voz del ser que se demanda por el sentido de la existencia, por el valor de lo eterno, que se torna en apenas la nostalgia de aquello que pareciera tener sentido y se pensaba o se sentía perdurable. Incluyen los poemas de este libro un soneto de corte irreprochable que en nada desmerece de los que en este país de excelentes sonetistas han sido escogidos en las mejores antologías.Incluyen los poemas de este libro un soneto de corte irreprochable que en nada desmerece de los que en este país de excelentes sonetistas han sido escogidos en las mejores antologías.