Una de las promesas del desarrollo económico moderno ha sido la de llevar la humanidad a una situación de vida armónica y tranquila, equiparable a aquella de la Arcadia o la Utopía con la que desde siglos atrás se ha soñado. Pero lo sucedido es precisamente lo contrario. A los indicadores económicos tradicionales, profusos en cifras desalentadoras, pueden agregarse ahora consideraciones de orden cualitativo que muestran un ritmo de vida lidera...