Entregados a la cultura de las pantallas, no sospechábamos que la mayoría de nosotros querríamos alienarnos todo el tiempo posible, saltando de un dispositivo a otro, intentando no pisar tierra. Esta compulsión electrónica se manifiesta como una forma de habitar un limbo que nos extirpa del presente para transportarnos a ese no lugar donde todo es posible, pero nada es del todo real. Y le pedimos demasiado: que nos rescate de nuestra infelicidad ...