El 1 de julio de 1997 el mundo entero tuvo ocasión de seguir la ceremonia de transferencia de soberanía de Hong Kong, una de las joyas de la corona británica, a la República Popular China. Con aplausos de unos y lágrimas contenidas de otros se cerraba una página de la historia y comenzaba un angustioso periodo de incertidumbre para los habitantes de la antigua colonia. Durante los años previos se había ido gestando un complejo acuerdo que permití...