Desde el primer día he deseado que llegara este momento de nuestro encuentro. Ustedes llevan en su corazón y en su carne las huellas de la historia viva y reciente de su pueblo, marcada por eventos trágicos pero también llena de gestos heroicos, de gran humanidad y de alto valor espiritual de fe y esperanza. Vengo aquí´ con respeto y con una conciencia clara de estar pisando un terreno sagrado. Una tierra regada con la sangre de miles de víctimas inocentes y el dolor desgarrador de sus familiares y conocidos.