Escribir un libro con la idea de cuestionar el pensamiento actual acerca de cómo deben estructurarse las escuelas es un proceso a la vez sobrecogedor e inspirador. El hecho de saber que mis ideas y opiniones serán examinadas en público, promoviendo quizá el juicio de los lectores, cuyos puntos de vista pueden ser diferentes al mío, es una propuesta aterradora. Sin embargo, ese temor queda contrarrestado por la alentadora posibilidad de que este l...