Mi interés por la lectura, por los caminos alternos que ofrece para ayudar a que uno se construya, o para que se reconstruya en la adversidad, se debió a que yo sabía mucho de eso. Sin embargo, curiosamente, ese saber se hallaba oculto dentro de mí. (. . .) Fue sólo cuando escuché a algunas personas narrar los libros ilustrados de su niñez o las novelas de aventuras de su adolescencia, o cuando leí algunos recuerdos de lectura transcritos por esc...