La mejor inspiración para un escritor es la vida misma, y si se trata de un dramaturgo, el asunto se vuelve más comprometedor porque los personajes están ahí para que sean los actores los que les den vida y el público en vivo valore la pieza. La literatura es más íntima, entreteje una relación de dos; en el teatro, en cambio, el escritor está pensando en el público, el actor y la representación. Esta obra habla de la necesidad tan desagradable pe...