Durante largo tiempo, Occidente ha mantenido ciertas nociones acerca de la literatura rusa. En conjunto, críticos y lectores han abrigado un imaginario de los rusos y sus creaciones como seres toscos, melancólicos crudamente realistas, místicos, enfermizos y hasta histéricos. Probablemente la apatía hacia la historia y la lengua de este pueblo nos ha dejado mal preparados para entender la textura y la riqueza de una de las grandes literaturas mod...