Enrique Ríos tiene una memoria prodigiosa, que palpita como recién nacida. Todas esas cosas inesperadas que ha venido viviendo desde niño, sin darse reposo, como a más impresión han sido deslumbramiento, se le han ido grabando, no ya en la memoria, que es máquina mental, sino en el corazón, que es depósito del alma. Y la memoria del corazón es memoria indeleble. Gracias a esa memoria que brota del corazón, el mundo que aquí describe es un mundo ...