Rebeldes, genios y salvajes, los artistas son una raza aparte. En un país como Colombia, durante décadas, fueron vistos como bichos extraños. Pero los mejores nunca se rindieron. Débora Arango, hija de una familia tradicional antioqueña, pintó las putas y los borrachos de una Medellín de convento en los años 40 del siglo XX. Fernando Botero, con el ímpetu de un joven que quiere devorar el mundo, recorrió Italia en una motocicleta Vespa para descu...