La dimensión territorial es una de las principales determinantes en las relaciones ambientales. El espacio está asociado al soporte de la sociedad y la naturaleza, pero más que algo objetivo y dado, es producto de la interacción entre el ecosistema y la cultura, que dinámicamente van configurando y re-construyendo el entorno, es decir, el ambiente y el espacio. En este sentido, cada sociedad produce su territorio y lo organiza. El encuentro entre dos sociedades implica el encuentro de dos visiones y también, formas de ordenar su territorio. Es una expresión histórica y cultural de los intereses colectivos en el espacio geográfico. Es un proceso dinámico de construcción de escenarios e imaginarios. Una de las razones de la creciente emergencia del territorio, es el interés expansionista del capital, que implica la búsqueda desenfrenada de recursos naturales estratégicos, los cuales se encuentran territorializados en comunidades que reclaman derechos sobre ellos. Emergiendo un conflicto de todos los órdenes, producto del choque de visiones que no necesariamente responden a una lógica capitalista. Estas tensiones están mediadas por relaciones de poder desiguales, asimétricas y la debilidad de un Estado que debe garantizar los derechos. Este texto no pretende ser un análisis exhaustivo del ordenamiento territorial, solamente busca hacer un aporte en cuanto a un tema que se considera estratégico para el futuro del país, con implicaciones globales. Los territorios colectivos representan una gran oportunidad para generar una propuesta articuladora del desarrollo regional. Se trata de una forma de garantizar el bienestar para las generaciones futuras, en la medida, que pueda generar una propuesta para armonizar un crecimiento más armónico en cuanto a los económico, social, ambiental y cultural.