El problema del conocimiento que se propone abordar la obra indaga por la construcción del universo simbólico de la metrópoli, lo urbano, que los hombres tejen en su interacción comunicativa cotidiana. En particular, se toma como punto de referencia las voces de los lustrabotas, que según la propuesta de Nelly Richard, son voces nuevas porque son ilegítimas, pues no tienen reconocimiento institucional como portadoras de una saber, por encontrarse en los extramuros universitarios y formar parte del desorden de las hablas itinerantes o fugitivas que transitan en las afueras del recinto académico sin la garantía de un domicilio conocido. La inabarcalidad es una de las características de la ciudad contemporánea. Gracias a las extensión desmesurada de la mancha urbana, a la complejidad sociocultural que alberga la metrópoli y a los innumerables acontecimientos que se producen en cada viaje por la urbe (como encuentros comunicativos, cruces multiculturales, descubrimientos de zonas desconocidas), la vida de los habitantes citadinos se desarrolla en fragmentos territoriales desde los cuales es impensable abarcar la totalidad de lo urbano. Este carácter fragmentario de las percepciones, y la sensación de que la mayor parte de lo que acontece en la gran ciudad se nos escapa, incita a imaginar como será lo que desconocemos (García Canclini, 1996:30). Motivados por esta curiosidad, y conscientes de que aquello que llamamos Bogotá es ante todo una construcción imaginaría, el trabajo se aproxima, desde las herramientas teóricas de la comunicación social y su campo de conocimiento, a los relatos de los lustrabotas, para conocer a través de versiones narrativas nacidas de la experiencia urbana, su mirada de la ciudad.