El pensamiento histórico parece caracterizarse cada vez más por una profunda y generalizada toma de conciencia de la aparente falta de significado ético del mundo, de la irracionalidad del hombre y de la condición absurda de la historia. La autora sigue la evolución de ese proceso y observa que durante los últimos doscientos años las mentes más brillantes, las que mejor aprendieron a usar la razón, son las que participaron activamente en la destr...